27 Ene Música callejera
Una hoja en blanco… en blanco… las hojas en blanco están deseando ser escritas. Están deseando que las llenen de historias, de vida , de emociones, y de historias que den giros.
Aquella noche de julio estaba teñida de tristeza y nostalgia, con un cuerpo obligado a estar físicamente en un sitio, mientras que el corazón y la mente divagaban en otro. Es una sensación realmente incomoda, sentir que cada parte de ti va por un lado.
Y de repente camino a casa, entre el bullicio de una cálida noche de julio, en aquella humilde plaza, apareció ella: la música, me atrajo como le atrae a un niño un globo, un juguete, un caramelo…
Para mí era una completa desconocida pero en ese lenguaje mágico dirigido por las manos de sus autores me hizo pararme. Estuve tentada de seguir mi camino, (realmente faltaban 5 minutos para llegar a mi casa), pero mi atracción por ella me obligó a hacer un alto.
Aquellas notas musicales me susurraron al oído que me quedase. Por un momento, solo quería estar allí sola, en aquella plaza rodeada de gente con mi cuerpo, mi corazón y mi mente hechos un desmontable como aquellos juegos de encajar piezas con los que pasábamos horas de pequeños.
Hasta que tímidamente pensé quiero acercarme más . La curiosidad me movió unos metros como si fuese una marioneta y sin saber muy bien cómo ni porque me vi inmiscuida en aquel grupo de gente.
Esa curiosidad hizo que me sentase en el suelo y comenzase a hablar con ellos, tenía la sensación de no tener que explicar nada a nadie, ni tan siquiera a la música … podría fingir ser cualquier otra persona en ese grupo de gente animada, pero a medida que pasaba el rato sentía que mi mente, mi cuerpo y mi corazón estaban integrándose y estaban donde querían estar, es decir, conmigo.
Una vez se integraron esas partes, no necesite fingir nada, ni inventarme ser nadie. Era una página en blanco más dentro de aquel grupo de desconocidos, que a su vez también eran una página en blanco para mí que quería explorar.
Integrar esas tres partes , corazón, cuerpo y razón, no es nada sencillo, de hecho, es una de las cosas que hacemos en terapia. Para mí como terapeuta el objetivo es que la persona se sienta libre pudiendo elegir su vida en consonancia con las tres, es decir, que ninguna vaya como un caballo desbocado arrastrando a las otras. Quizá os sorprendéis cuando incluyó el cuerpo en la ecuación, el cuerpo es exactamente igual de importante, ya que a veces nos autoengañamos pensando que está todo muy en sintonía, hasta que él nos delata, todo lo que no decimos él lo dice por nosotros. Se nos revuelven las tripas, engordamos sin saber porqué, apretamos los dientes al dormir, se nos contracturas los músculos, etc. Podría hacer una larga lista de señales que me indican que algo chirría.
Volviendo a aquella noche de julio…
Nadie juzgaba a nadie, cada persona tenía una edad, un color y un origen distintos, pero la sinergia y el calor que creaba la música era espectacular. Ella había hecho que estuviésemos en corro! Ya se estaba escribiendo una historia, una anécdota o una pequeñita parte de la vida de cada uno. Como siempre en toda historia hay dos versiones, en este caso la historia del grupo y la individual de cada uno de nosotros. Es increíble cómo aquel ukelele consiguió sintonizar estados emocionales y unir las piezas, todas las piezas! Los cuerpos se movían al unísono, los corazones se sintonizaban con la canción y los cerebros daban permiso a corazón y cuerpo de ser libres por un ratito al menos.
Nunca subestiméis a la curiosidad, ella puede salvarte la vida. Si, literalmente , hay personas que no se suicidan porque tienen curiosidad, que luchan contra el cáncer porque tienen curiosidad, que escuchan historias porque tienen curiosidad… en definitiva la curiosidad por la vida, por estar vinculados a otros, por descubrir, por conocer, por leer y devorar historias, que creo es un poco lo que hacemos los terapeutas. Coger una historia y leerla hasta el último detalle, mirar en el resquicio dónde nadie había mirado antes, leer los pies de fotos y las marcas “insignificantes” de cada una de las hojas, sacarlo a La Luz, buscar un hilo conductor que le de sentido a todo eso para conseguir que la persona lo integre y pueda así continuar sin sentirse un desmontable.
Eso de sacarlo a La Luz suena muy sencillo, pero lo dejo para otro post debido a su complejidad.
La página de aquella noche, podría haber estado sin duda arrugada, en varios idiomas y con palabras inconexas, pero seguir el instinto y escuchar la música ayudaron a que todo tuviese más sentido.
Este post va dirigido a todos aquellos músicos callejeros , que como bien dicen muchos de ellos, rompen los límites siendo ciudadanos del mundo. Gracias por alegrarnos cada día y llegar hasta lo más profundo de cada uno sin tan siquiera tocarnos.
Integrar cuerpo, corazón y razón no es nada sencillo.
Una vez conseguí integrar esas tres partes no necesité fingir nada, ni inventarme ser nadie.
Sorry, the comment form is closed at this time.