27 Ene El poder de los primeros rayos de sol
Madrid, 10 de abril, temperatura: 25 grados. Esta tarde paseando por el centro de la capital en más de una terraza se oía “ya está aquí el verano”. Si, estáis leyendo bien, el verano. Y no era para menos. Esos primeros rayos de sol de primavera lucían con tanta fuerza que daban el permiso a los paseantes para dejar las chaquetas a un lado e ir en manga corta. Era una sensación en la piel fantástica, inestable, pero fantástica.
Hay veces que la realidad nos pone en jaque, la muerte (o su amenaza) aparece para recordarnos la vida, el negro que da sentido al blanco, el invierno que hace que nos apetezca el verano… a pesar de esta realidad que se nos impone a veces, y a pesar de saber que la noche traerá la caída de esos rayos de sol, ¿porqué vivir esperando al 40 de mayo como decían nuestras abuelas? Es decir, ¿porqué no poder disfrutar esas 3 horas de sol con tu vestido nuevo, aunque sea un periodo breve?
Sí, solo podrás ponértelo un rato, y todos sabemos que ese rato es finito y volverá la frialdad de la noche, pero ¿también me tengo que sentir culpable por ello? ¿Por qué boicotearlo? ¿No es demasiado corta la vida como para no aprovechar eso? ¿O demasiado cruda la realidad como para explicársela al cerebro inmaduro de un niño?
Déjate ser niño, por un rato, por un día, por unas horas, por un minuto… por lo que te puedas permitir.
Déjate llevar; si tienes algo que afrontar, no huyas, afróntalo para poder descansar, pero cuando llegue el momento, es decir cuando puedas. Mientras tanto, no conviertas cada minuto de ocio en una obligación; cuando bebas una cerveza, bébela ; cuando vayas al gimnasio, desconecta haciendo deporte; cuando beses a alguien, siéntelo, (besa a esa persona como si no hubiese un mañana), cuando estés delante de alguien con una conversación interesante, saborea esa conversación.
Paladea, disfruta, colorea, siente lo que haces. Date tregua, un permiso para ser feliz. Y cuando toque luchar con tus demonios, entonces, solo entonces pelea. En ese momento, siente rabia, tristeza, angustia, liberación, lo que te salga. Lo que sientas entonces, o lo que sientes ahora, está bien. No caigas en el arte de amargarte la vida.
Date permiso para quitarte la chaqueta con esos 27 grados que duran tres horas.
Tres cálidas horas de tu vida, debajo de rayos pasajeros, también suman para ser feliz.
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