27 Ene Intentando ser libre. Disculpen las molestias
¿Alguna vez te has sentido atad@ a algo o a alguien? Esa típica cosa que te gustaría dejar, que te gustaría cambiar, y en realidad podrías hacerlo, pero… si te paras a pensarlo ¿no lo cambias pensando en ti, o quizá pensando en lo que va a ocurrir en tu entorno?
Es muy complicado salirse de “las normas sociales establecidas”, tomar esas decisiones que van contra de lo que yo creo que “la sociedad espera de mí “. Sí, subrayo la expresión “lo que la sociedad espera de mí “, ya que muchas veces somos nosotros mismos los que nos condenamos a seguir una historia. Hablo de esas cosas que nos hacen seguir un guión, pero que a su vez nos dan sentido, es decir, sin ellas no desarrollaríamos el sentido de identidad con un grupo, con una sociedad, con mi familia, con mis amigos, en mi sector laboral… Por ejemplo, si tengo una determinada edad debería tener un trabajo estable, una pareja…
¿Has pensado qué porcentaje de tu vida haces porque quieres hacerlo y cuál está determinado por el sistema en el que vives? Sé que esta pregunta es compleja, muchísimo, quizá sería más correcto plantearlo de la siguiente manera:
Lógicamente, para sentirme vinculado a mi cultura voy a estar determinado por unas normas, pero hay muchas de estas que interiorizamos y no nos molestan, algunas hasta nos agradan. En cambio, el problema está cuándo hay normas que resultan ser cómo una china en el zapato, es decir, todos los días la noto al caminar, es molesta, incluso puede llegar a generarme una lesión, pero como esos zapatos son los zapatos de moda según mi edad, género y lugar de procedencia, no me quito los zapatos ni de coña…
¿Qué pasaría si decidieses sacudirte los zapatos? ¿O comprar otros? ¿Estás dispuesto a luchar contra la necesidad de aprobación, el miedo a lo desconocido, la necesidad de control, generar un nuevo camino, enfrentarte a ser libre? Si, si “enfrentarte a ser libre”, salir del camino estipulado.
Habrá unos pocos que te aplaudirán, otros que se enfadarán muchísimo y otros a los que sencillamente les dé igual.
Aquí siempre le pongo el mismo ejemplo a mis pacientes, cuando uno aprende a decir que no, normalmente el entorno se enfada. Es más me atrevería a decir que el enfado es directamente proporcional al tiempo que llevas diciendo que sí cuando en realidad querías decir no.
¿Estás dispuesto a tolerar el rechazo de la gente? ¿Qué cosas de tu sistema familiar, social, de amistades te dificultan camina?¿Qué precio tiene la sensación de pertenencia? ¿Cuánto vale tu libertad?
Ser relativamente libre es muy costoso, piensa a qué o quién te tienes que enfrentar tú, y sobre todo cómo te sentirás cuándo se calme la tormenta una vez que decidas emprender el nuevo camino, y tires esos zapatos de moda a la basura. Si te rozan cada vez que caminas… es que no son para ti.
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