Lo primero que me gustaría hacer es agradecerte tu confianza. Quiero darte la bienvenida y explicarte qué significa para mí como terapeuta hacer terapia, así como el tipo de problemas en los que trabajo y cómo podría ayudarte.
Empecé mi labor como terapeuta en 2011, después de estos años creciendo con cada paciente como terapeuta, entiendo la terapia como un proceso de cambio en el que mi labor es apoyarte, acompañarte y ayudarte a focalizar la atención en aquellos aspectos que pueden ser movilizadores para lograr ese cambio deseado, así como ayudarte a entender porqué te está ocurriendo lo que te ocurre, porqué tienes miedo o porqué sientes lo qué sientes y cómo podemos aprender a manejarlo. En todas y cada una de las sesiones de terapia mi objetivo fundamental por encima de los demás es entenderte para, desde esa empatía, poder ayudarte.
Trabajo por objetivos que consensuaremos entre nosotros para que tengamos claro dónde nos dirigimos. Es decir, cuando una persona acude a terapia normalmente se encuentra en dos situaciones, o bien tiene muy claro lo que quiere trabajar y en qué quiere que le ayude o pide cita porque solo sabe que se encuentra mal y no es capaz de manejar la situación de otra manera que no le provoque angustia.
Independientemente de cuál sea el estado en el que la persona acude a terapia, en ambas situaciones dicha persona se encuentra en un estado de crisis, es decir, está en una situación que no sabe cómo cambiar o en la que se siente desbordad@. Esa crisis puede ser con su pareja, con su hij@, en su trabajo, con su familia o con uno mismo.
Mi tarea como terapeuta es ayudarte a delimitar esos objetivos y acompañarte en tú camino para lograrlos.
Para mí lo más importante como terapeuta es poder ayudarte con tú problema, para ello vamos a realizar unas tres o cuatro sesiones en las que nos iremos conociendo y evaluaremos a fondo todas las dimensiones del problema que quieres trabajar, es decir, veremos qué síntomas son los que está presentando tu problema actualmente, cómo te influye en tu vida laboral, de pareja, familiar…, si ha ocurrido antes, qué hipótesis tienes tú de porqué ocurre eso, desde cuando ocurre, en qué situaciones, con qué personas, etcétera.
Una vez hayamos terminado la evaluación, haremos una sesión en la que te explicaré cómo veo yo como profesional tu problema y cómo vamos a plantear el tratamiento. En esa sesión que los psicólogos llamamos “devolución de información”, delimitaremos los objetivos a trabajar en terapia. Esto significa que trabajaremos los que tú quieras alcanzar y quizá algunos que yo también te proponga una vez terminada la evaluación. Siempre serán consensuados, es decir, que los delimitaremos de mutuo acuerdo, puedes estar tranquilo que no vamos a trabajar nada que tú no quieras.
Supongo que te plantearás cuestiones del tipo, cómo va a ser mi terapia, qué técnicas vamos a emplear, el psicólogo me va a entender, ha tratado antes problemas como el mío,…
Tengo formación y experiencia en niños, adolescentes, parejas, así como en terapia individual. Por lo que las áreas que trabajo son muy amplias. Normalmente, los problemas más frecuentes por los que las personas acuden al psicólogo son depresión, ansiedad, problemas de habilidades sociales, separaciones, problemas de autoestima, de pareja, trastorno obsesivo compulsivo, relaciones de dependencia, duelos no resueltos, problemas de sexualidad como la eyaculación precoz en hombres, acoso laboral, etc.
Es importante subrayar que las técnicas con las que trabajo son específicas de cada área, por ejemplo con niñ@s empleo el dibujo, la plastilina, muñecos…
Las sesiones tienen una hora de duración, vamos a trabajar con diferentes técnicas de psicoterapia breve y/o de terapia cognitivo conductual. Elegiré la que considere que más te puede ayudar en cada momento para conseguir esos objetivos que hemos acordado previamente de una forma más eficaz.
Normalmente, las primeras sesiones de tratamiento las realizaremos con una periodicidad semanal, cuando veamos que vamos consiguiendo los objetivos pautados empezaremos a espaciar las sesiones a quincenales, después pasaremos a realizar una al mes y por último concluiremos haciendo una revisión a los tres meses y otra a los seis meses.
No obstante, si hubiese algo en lo que yo no estoy especializada, te escucharé sin problema y te ayudaré a buscar otro profesional que pueda tratar tu problema. Para mí una de las prioridades es ofrecer un servicio de calidad y dar confianza a mis pacientes, si creo que no te puedo ayudar te pasaré el contacto de algún o alguna compañer@ para que puedas trabajar.
Es muy importante realizar un buen cierre de la terapia, es decir, ir espaciando las sesiones para asegurarnos que esos cambios que se han producido son estable y se van manteniendo en el tiempo, o dicho de otro modo, los hemos asentado de una forma gradual y sólida. Por ello, es fundamental ir espaciando las sesiones para que puedas ir poniendo en práctica todo lo aprendido en terapia cada vez con menos ayuda.
Es una pregunta compleja, ya que cada persona puede tener un criterio muy distinto para consultar con un/a psicólog@.
En líneas generales cuando hablamos de terapia individual podemos decir que es importante acudir a un/a psicólog@ cuando nos sentimos desbordados, cuando queremos cambiar cosas de nuestra forma de ser, mejorar la forma en la que nos relacionamos con los demás, trabajar la ansiedad, miedos, preocupaciones, cuando no nos vemos capaces de hacer algo que queremos pero no podemos llevarlo a la acción… En definitiva, la terapia nos sirve para ser más libres respecto a nosotros mismos.
En terapia infanto-juvenil es muy común acudir a un/a profesional de la psicología cuando nos señalan desde el colegio o el instituto que nuestr@ hij@ necesita ayuda, o cuando nosotr@s mim@s como padre y madres estamos preocupados por algún tema de nuestr@ hij@ que no sabemos cómo abordar.
Por último, en terapia de pareja la decisión de venir debería ser conjunta y consensuada.
En cualquiera de los casos acudir al/la psicólog@ es una decisión valiente ya que implica querer cambiar y eso no es fácil. Además de no ser nada fácil cambiar, te diferencia de otras personas que a pesar de no ser felices con la vida que tienen o con su forma de ser no hacen nada para intentar mejorar. Mi labor como terapeuta es intenta hacerte el camino lo más fácil posible para que logres con la mayor eficacia los objetivos perseguidos.
Pedir ayuda
Acudir a terapia tiene connotaciones muy distintas para cada una de las personas, una de ellas es el hecho de pedir ayuda. Determinadas personas piensan que si piden ayuda es un sinónimo de fracaso debido a que él o ella no ha sido capaz de manejar sol@ una determinada situación o un estado emocional, en este caso yo siempre les digo a mis pacientes que pedir ayuda no es más que un signo de salud. En este punto, me gustaría invitarte a reflexionar conmigo, ¿cuántas personas de tú alrededor crees que necesitarían o les vendría bien visitar a un/a psicólog@? De esas personas en las que has pensando, ¿cuántas lo hacen? Ir al/a psicólog@ siempre es un paso de valientes, reconocer cosas que me gustaría hacer de otra manera, querer cambiar, mejorar mi calidad de vida, etc, no es fácil. Cuando digo que acudir a un/a psicólog@ es un síntoma de salud, me refiero a que las personas que peor están psicológicamente son las que ni tan siquiera reconocen que tienen un problema y que necesitan ayuda.
Si voy al/la psicólog@ es porque estoy loco
Aún nos pesa la idea de que al psicólogo acuden personas que están locas. Mi respuesta a esa afirmación es rotundamente no, las personas que acuden al/la psicolog@ son aquellas que han encontrado una solución a una determinada situación en su vida, o a un problema familiar, que en cierto modo mantiene un “equilibro” pero no me hace feliz. No obstante, a un profesional de la salud mental se puede acudir por una variedad de temas muy amplios desde mejorar la autoestima hasta un problema del espectro psicótico.
No quiero hablar de…
A veces tenemos miedo a pedir cita porque quizá hay algún tema del que no queremos hablar, que nos asusta o que nunca le hemos contado a nadie y nos avergüenza profundamente. En este caso, es mi labor como terapeuta establecer una muy buena relación terapéutica para que puedas confiar en mí. Es importante recordarte que como psicóloga debido al código deontológico de la psicología estoy obligada a guardar secreto profesional, (excepto en dos ocasiones: que vayas a poner en riesgo tú vida o la de otros). Esto significa que todo lo que me cuentes es estrictamente confidencial.
“No voy por mí, voy porque me obligan”
Cuando alguien acude a terapia en esta tesitura tendremos que evaluar la demanda por la que “te han obligado” a venir a terapia. Si la persona no está motivada es muy difícil obtener buenos resultados. No obstante, veremos qué cosas quieres trabajar tú y en qué medida te afecta lo que tu entorno está pensando de ti.
Tengo miedo a que el/la psicólog@ no me guste
Este miedo o preocupación es algo habitual, no sabemos cómo es esa persona o si nos va a entender o si ha visto a otras personas con un problema parecido al mío… En este aspecto, me gustaría decirte dos cosas fundamentalmente, por un lado, nunca me he visto en la situación de no entender porqué mis pacientes son de una determinada manera o se comportan como tal. Mi labor como terapeuta, no es criticar, ni juzgar tu vida, ni decirte lo que tienes qué hacer con ella, sino entenderte y ayudarte, ver dónde estás bloquead@ y ayudarte a da ese paso que quieres y no puedes hacer. Por otro lado, puede efectivamente que yo no te guste como terapeuta, en ese caso, lo más importante es ponerlo encima de la mesa para que pueda ayudarte a buscar otra persona que se adapte más a lo que tú quieres o necesitas y sobre todo para no perder ni tu tiempo ni tu dinero.
Esta cuestión no la plantearía como algo excluyente sino más bien como necesaria y lo complementaria en algunos casos.
Lo primero que me gustaría aclarar en esta pregunta es la diferencia entre un/a psicólog@ y un/a psiquiatra. Un/a psiquiatra es un médico especialista en salud mental, por lo tanto, en España son ell@s los que tienen facultad para poder recetar fármacos. Pueden hacer psicoterapia si se forman en ella, en cambio, el/la psicólog@ en ningún caso en España puede recetar medicamentos. Sí podemos ponernos en contacto con el/la médico de cabecera o el/la psiquiatra para trabajar conjuntamente, pero en ningún caso podemos recetar.
Cuando una persona acude a terapia hay veces que no podemos trabajar solo con la psicología, por ejemplo, en una depresión muy grave podemos intentar hacer muchas desde la psicología pero si no hay un adecuado acompañamiento farmacológico la persona va a estar muy poco permeable a las ideas o cuestiones que yo como psicóloga le podría plantear en terapia. Para poder hacer terapia de manera adecuada la persona debe encontrarse lo “suficientemente despierta” para poder razonar. Cuando hago terapia con niños cuido mucho la hora de la cita, ya que quizá a las 20.00 un/a niñ@ de 5 años tiene sueño o es su hora de cenar y no va a estar en condiciones de poder trabajar adecuadamente. Con un adulto, es exactamente igual, por ello, muchas veces el tratamiento debe ser conjunto.
La duración de un tratamiento psicoterapéutico depende de muchos factores. Lo primero es realizar una buena evaluación para determinar cómo vamos a trabajar y qué objetivos vamos a proponer. Un aspecto fundamental es tener claro la línea de partida, dónde queremos llegar, hasta dónde estamos dispuestos a cambiar y una buena alianza terapéutica.
Un tratamiento “estándar”, cuando uso el término “tratamiento estándar” me refiero a aquellos tratamientos en los que la persona no tiene ningún problema de personalidad de base, sino que quiere conseguir unos objetivos muy concretos y la situación que tiene alrededor es favorable para conseguirlo. Un tratamiento de este tipo suele durar unos 6 meses con una periodicidad semanal, quizá en los dos últimos meses podríamos poner las sesiones quincenales. Depende mucho de la persona y sus circunstancias. En un caso así estaríamos hablando de unas 30 sesiones.
En problemas muy complejos, o con unos objetivos muy elevados podríamos hablar de una terapia de 1 año y medio de duración.
Quiero subrayar que hasta no haber realizado una buena evaluación, no podemos determinar aproximadamente el número de sesiones.
Mi forma de trabajar en terapia es siempre por objetivos, esos objetivos tienen que tener unas determinadas características:
Deben ser concretos, por ejemplo, si hablamos de mejorar la autoestima, eso no sería un objetivo concreto, sino que tendríamos que detallar en qué áreas de tu vida te muestras inseguro.
Basados en uno mismo. No podemos poner como objetivo terapéutico en terapia de pareja que mi pareja cambie, esa persona cambiará si lo considera necesario o importante, dentro de los objetivos de pareja habrá objetivos comunes e individuales, y en los individuales tendremos qué pensar qué puede cambiar cada uno para mejorar esa situación conjunta. Siguiendo con el ejemplo, quizá el objetivo no sería pedir que mi pareja no se enfade, sino aprender yo a gestionar esas situaciones o porqué me engancho en esos enfados del otro.
Estar abierto a sugerencias por parte del/la terapeuta. A parte de los objetivos que tú propones en terapia, yo te ayudaré a fijar otros que tras la evaluación he considerado que podrían ser importantes y mejorar tu calidad de vida.
Alcanzables. Hacer terapia no significa cambiar a la persona, sino que tratamos de mejorar aquellos aspectos en lo que quiere hacer algo y no puede, fomentando así su empoderamiento.
Medibles en el tiempo. Me gusta tener los objetivos por escrito para que podamos ir revisándolos según va avanzando la terapia, y así los vayamos evaluando.
El objetivo último de la terapia nunca ha de ser que la persona deje de sufrir o erradicar las mal denominadas emociones negativas (tristeza, miedo, culpa…) si estas no estuviesen probablemente no estaríamos vivos a día de hoy, si no que estas emociones no produzcan sensación de angustia, que esta persona no se sienta desbordada por ellas, es decir, que pueda tolerarlas y gestionarlas. Sería poco realista hacer una terapia en la que terminásemos pensando que estas emociones no van a aparece en nuestras vidas o que no son importantes para nuestro completo desarrollo emocional como personas. Por ejemplo, si no existiese la tristeza no podríamos superar y elaborar duelos en vida.
Para mí, algunos aspectos fundamentales a conseguir en todas y cada una de las terapias que realizo es aumentar el grado de conocimiento de la persona, de su situación vital, de cómo ha llegado hasta aquí, cómo se ha formado y mantenido el problema, cómo es el sistema al que pertenece, por qué le cuesta cambiar, etc. Y sobre todo una mejora en su calidad de la vida, lo que va de la mano necesariamente de una disminución de su grado de sufrimiento. Además es importante dotar a la persona de nuevas herramientas o estrategias de afrontamiento para que si esa situación se repite o se cronifica en el tiempo tenga otro tipo de alternativas.
Por último, quería señalar que todos los objetivos se establecen siempre de mutuo acuerdo entre el paciente y yo.